Los avances de la neurociencia han puesto en valor la búsqueda de nuevos enfoques que permitan reforzar y mejorara las metodologías educativas. Sin embargo, esta articulación interdisciplinaria entre educación y neurociencia no ha sido tan fácil, ya que, a menudo se ve contaminada por una serie de mitos sobre el funcionamiento del cerebro, esto es lo que se conoce como neuromitos.
Los neuromitos son creencias falsas ideas, creencias, interpretaciones o extrapolaciones sobre el cerebro que han sido ampliamente difundidas a pesar de haber sido desterradas o invalidadas por la neurociencia.
El término neuromito fue acuñado por el neurocirujano Alan Crokard, durante la década de los 80, haciendo referencia a un saber engañoso sobre el funcionamiento del cerebro. En el contexto educativo, los neuromitos fueron introducidos en el año 2002, por la OCDE, definiéndolos como: “malas interpretaciones de datos científicos sobre el cerebro aplicados al entorno educativo; que perjudica la práctica de los profesores que creen en ella”, e incluso, se refirieron a esto en un capítulo completo del informe Understanding The Brain. The Birth of a New Learning Science.
Estos mitos lejos de ser inofensivos son muy perjudiciales, dado que justifican enfoques educativos ineficaces. Sin embargo, no ha sido fácil erradicar estas creencias, dado que han sido difundidos por décadas y han sido ampliamente aceptadas por la comunidad educativa, siendo la base de las practicas educativas d algunos docentes, e incluso, formando parte de programas ministeriales.
Entre algunos de los neuromitos más difundidos, encontramos los siguientes:
NEUROMITO 1: ESTILOS DE APRENDIZAJE
Este es uno de los neuromitos más populares en el campo de la educación y se refiere a que las personas tienes diferentes estilos de aprendizaje como kinésico, auditivo, visual (KAV), entre otros. Si bien, esta es una teoría ampliamente aceptada, no hay evidencia científica que la respalde, pese a que ha sido parte de programas educativos, se encuentra en decretos del Ministerio de Educación y en pruebas que determinan la preferencia sensorial para enseñar a los y las estudiantes de acuerdo con ello.
Las neurociencias han demostrado que durante el aprendizaje el cerebro debe integrar diferentes tipos de información y no solo de una modalidad o estilo de aprendizaje (Ferreira, Göbel, Hymers, & Ellis, 2015).
La idea de que una persona aprende mejor si se le enseña de acuerdo con su canal sensorial favorito se origina a partir del hecho de que diferentes partes del cerebro se especializan en el procesamiento de diferentes tipos de información (auditiva, kinésica, visual…), y, si bien, es cierto que aprendemos mediante nuestros sentidos, no implica que el aprendizaje debe ser unimodal, más bien, se ha demostrado que no hay relación entre preferencia de un estilo y rendimiento alcanzado durante el aprendizaje.
NEUROMITO 2: CONDICIONAMIENTO DEL APRENDIZAJE HASTA LOS 3 AÑOS
No hay duda de que los primeros años de vida son esenciales para el desarrollo de una persona, ya que en esta etapa la genética y el entorno perfilan la arquitectura cerebral y diseñan el comportamiento. Esto no significa que a medida que se crece no existan otros momentos claves para el aprendizaje. Nuestra especie tiene el privilegio de contar con un cerebro capaz de aprender a cualquier edad. Cualquier aprendizaje implica, a nivel neuronal, la creación y el fortalecimiento o debilitamiento de sinapsis (conexión entre neuronas).
Este neuromito se origina por una exageración de dos condicionantes fisiológicos: la neurogénesis y las inaptogénesis.
Entre el nacimiento y los tres años la neurogénesis y la sinaptogénesis son intensas, y por eso, las niñas o niños son más propensas/os a aprender a un ritmo más rápido, lo que no quiere decir que posteriormente el desarrollo del cerebro no siga ejecutándose.
NEUROMITO 3: SOLO USAMOS EL 10% DE NUESTRO CEREBRO
Como contrargumentación de este neuromito, se puede decir que, en realidad, el cerebro permanece totalmente activo. Ningún área permanece 100% inactiva, incluso durante el sueño (OECD, 2007, p. 113).
Además, este neuromito tampoco se justificaría desde el punto de vista evolutivo. El cerebro apenas ocupa el 2% del peso corporal, pero consume alrededor de un 20% de la energía. seguramente nuestro propio sistema, evolutivamente hablando, no habría permitido que el 20% de la energía la consuma un órgano que desperdiciaría el 90% de su capacidad (Geake, 2008, p. 127).
NEUROMITO 4: CADA PERSONA FUNCIONA SEGÚN SU LATERALIDAD CEREBRAL
Teniendo en cuenta las aportaciones de la neuroeducación, la división propuesta por la lateralización hemisférica cerebral es muy simplista, pues organiza el cerebro en dos sistemas conscientes, mientras que más bien estaría organizado en múltiples subsistemas mentales dinámicos e interactivos.
Es cierto que existen ciertas tareas que requieren de una mayor implicación de un hemisferio cerebral, como el reconocimiento de rostros o la producción del lenguaje hablado, sin embargo, no hay ninguna tarea que requiera sólo de la actividad de un solo hemisferio. Pues ambos trabajan conjuntamente en cualquier tarea cognitiva (Gazzaniga, 2012, p. 59).
NEUROMITO 5: EL APRENDIZAJE ES UN PROCESO RACIONAL QUE NO INVOLUCRA LAS EMOCIONES
Las neurociencias han confirmado que emoción y aprendizaje están totalmente vinculados, y que sin emoción no hay aprendizaje, no hay curiosidad, ni atención.
Es importante entender que la educación es una disciplina que está en constante cambio y reestructuración, por lo que, algo que hoy en día es válido, mañana puede ser refutado con el fin de buscar mejores caminos.
Por ello, es necesario que quienes trabajan en esta área, actualicen sus conocimientos y conozcan de métodos vanguardistas respaldados.